Sucede a veces que una noche de juerguer, unido a la falta de sueño, hace que el cuerpo humano de las personas, incluido cerebro, tome decisiones de esas que luego dices: ¿Pa qué?
La decisión era saltarnos al parque acuático anejo al lugar en el que íbamos a dormir el viennes, con el sol ya en lo alto. De todos es sabido que un tobogán es un poderoso atractivo para las mentes blandas así que nos dispusimos a sortear el peligro de unas vallas de un metro con 5o o 60, cuyo material metálico, para evitar los efectos de la corrosión estaba forrado de plástico que aumentaba el efecto resbaladizo del rocío de la mañana. Pasado dicho obstáculo, y llegados ya a lo alto de la torre para iniciar un vertiginoso descenso por la rampa, emprendimos dicho desdenso, que para que sea ejecutado correctamente debe ser ayudado por unos chorros que provocan el deslizamiento, pero que estaban desactivados; arrastar el culo por un tobogán humedo solo sirve para hacer el ridículo y volver con una mancha húmeda a la altura del bullarengue. Está aventura nos costóalguna herida, un par de camisetas agujereadas y el cambio de una aventura por un orgullo basado el el fracaso.No es bueno o malo, sólo una anécdota.
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